jueves, 27 de marzo de 2008

REPORTAJE DE LA REVISTA EME...EL NACIONAL


SOMMELIER A LA VENEZOLANA:
MUJERES QUE AMAN AL VINO

En este grupo nadie se parece: aquí hay madres, diseñadoras, expertas en mercadeo y hasta empresarias. Pero a todas las une la pasión por la uva

"Para encontrarse verdaderamente con el vino hay que atreverse a tomar una copa a solas". Es en esa fusión cuando en realidad se perciben las emociones que despierta el caldo místico, aseguran –por experiencia propia– las damas de Amavi: una asociación que integra a las mujeres amantes del vino. Sin el uniforme de sommelier es difícil vincularlas. Nadie pensaría que son amigas y, mucho menos, que se reúnen todos los meses a enriquecer y difundir su entusiasmo por el brebaje de la uva.Algunas van de tacón alto, otras lucen a diario un delantal de chef o tienen a la mano su maletín corporativo. Incluso, hay quien se tiñe el cabello de mechones de colores para mostrar su lado roquero. Pero, a pesar de los contrastes, todas son expertas cuando se trata de descorchar una botella. "En la agrupación participan mujeres de cualquier edad, profesión y rango social. La única condición es amar el vino y querer aprender sobre su cultura", comenta la fundadora Dayana Medina.Todo comenzó hace 10 años cuando Medina asistió a un congreso en Argentina. Su participación causó tal impacto que, antes de regresar, le propusieron crear la Asociación de Mujeres Amantes del Vino (Amavi) en Venezuela. Una vez en Puerto Ordaz, con el apoyo de Leonardo D’Adazzio –dueño de Leo Licorería Mundial, la enoteca más vieja de Venezuela– decidió intentarlo. La respuesta: más de 100 mujeres atendieron el llamado de promover los derechos de las féminas dentro del mundo vinícola.Pura sensibilidad Muchas de las integrantes de Amavi son ya sommeliers.Si bien comenzaron describiendo lo que sentían cuando probaban el licor, hoy están en capacidad de analizar cada sorbo con detalle. Durante sus encuentros mensuales, tanto en Puerto Ordaz como en Caracas, las chicas aprenden acerca de la historia del caldo y estudian las distintas cosechas de este licor legendario. Pero sobre todo, agudizan el olfato y entrenan el paladar.Sin embargo, para titularse como conocedoras profesionales del vino: esas de traje negro que están en la facultad de sugerir –sin apego a ninguna marca– cuál es el acompañante más apropiado para cada comida, las interesadas deben asistir a la Academia Venezolana de Sommeliers. "Muchas de nosotras hemos pasado por esa escuela", explica la cofundadora de la asociación Malvy Medina.El vino sorprendió la vida de las integrantes de maneras distintas: mientras intentaban hacer carrera de modelo, trabajaban en una tienda o buscaban la forma de escapar de las finanzas, en el comedor de la infancia o a la par que descubrían su pasión por las artes gráficas.Y como estas, otras tantas historias. Pero eso sí, en todos los casos, el caldo de la uva llegó para quedarse: "Ya es parte de nuestro ser. Es pasión, sensibilidad, disfrute, amistad, celebración. Es un complemento ideal", describe la abogada y madre Susy Sánchez, quien hace poco ganó el I Concurso Nacional de Nuevos Sommeliers de Venezuela.Las mujeres de Amavi también defienden su derecho a participar en todos los procesos científicos, técnicos, profesionales y laborales que conducen al cuidado, crianza y comercialización del vino y a ser ellas quienes elijan qué cosecha disfrutar. Y para eso se instruyen con empeño. "Cuando comencé no sabía absolutamente nada y ahora soy capaz de dictar catas", cuenta sobre su experiencia Vanessa Barradas, quien tiene una empresa que ofrece toda clase de asistencia para mejorar el servicio del vino.Vínculo social Ellas también son cómplices y amigas. La frase que una comienza otra la termina. Muchas son las botellas que juntas han destapado, tanto para celebrar logros como para llorar tristezas. Las damas de Puerto Ordaz se reúnen en la enoteca de Leo. Y las féminas de Caracas hacen cita en el restaurante Yantar de la cuadra gastronómica de los Palos Grandes, donde la chef y sommelier Tatiana Mora y su esposo Enrique Limardo se encargan de los platillos.Cualquiera que lo desee puede incorporarse a las reuniones. Ahora bien, sus miembros advierten que hay mucho estudio por delante: “No se trata de un evento social”, reafirma Dayana. La cita es para compartir la pasión del vino y aprender sobre los detalles que involucra ese mundo. Sin embargo, siempre es un escape: “Son encuentros que te dan mucho placer”, sugiere la ejecutiva Carla Mosqueda.En Chile, España y Argentina también existen organizaciones de este estilo. Y los aprendizajes que obtienen, atestiguan sus integrantes, transcienden los ámbitos de las citas: “Los amigos y la familia siempre piden que seas tú quien escoja el vino”. Incluso, se convierten en maestras de su entorno.Pues, de tanto escucharlas, hasta los hijos comienzan a opinar sobre el cuerpo y la textura de las copas que se sirven en cada descorche.


Articulo tomado de la revista Eme, El Nacional

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